Wednesday, April 20, 2011

La Cenicienta en Europa: Variantes

La Cenicienta es un personaje de un cuento de hadas del cual existen varias versiones, tanto orales como escritas, en Europa. Es así que en Alemania se la llama Aschenputtel, Cendrillon es el nombre en francés, Cinderella en inglés y Cenerentola en italiano. En Grecia se la conoce como η σταχτοπούτα (i stachtopouta), en Hungría como Hamupipőke, en Suecia como Askungen, en Rusia se la llama Soluschka, en Polonia Kopciuszek y en República Checa Popelka.
Las versiones más conocidas son las del francés Charles Perrault (Cendrillon ou La petite pantoufle de vair), el cual escribió una versión de la historia oral en 1697. En Alemania, en cambio, la colección de cuentos de hadas de los Hermanos Grimm es hasta ahora la más popular. La versión del año 1812 de los Hermanos Grimm varía sin embargo en muchos detalles de la francesa, lo cual no es extraño si se toma en cuenta que cada país europeo tiene su propia tradición oral del personaje. Disney realizó una versión en 1950 de la Cenicienta, la cual se asemeja más a la de Perrault que a la de los Hermanos Grimm, razón por la cual en América es esta la más conocida.
Contenido

Argumento según los Hermanos Grimm
Offterdinger Aschenbrodel (1).jpg  
Cenicienta, ilustración de Carl Offterdinger en la
que la joven sirvienta se calza el zapato perdido 
ante la atónita mirada de sus hermanastras. 
La pequeña hija de un rico comerciante disfrutaba de una niñez acomodada hasta que su padre se casó con una viuda seis meses después de morir su madre. La viuda, ahora madrastra de la niña trajo a sus dos hijas a vivir en su nuevo hogar. Tanto la madrastra como las dos hermanastras le hacen la vida a la pequeña muy complicada y esta sufre inmensamente. Ella no sólo tenía que hacer trabajos sucios, sino también tenía que dormir sobre las cenizas a lado del fogón. Por esto llaman a la joven Cenicienta.
Un día el padre viaja a una feria y le pregunta a las tres jóvenes qué desean de regalo. Las dos hermanastras le piden hermosos vestidos, perlas y piedras preciosas mientras Cenicienta tan sólo desea una ramita que el padre se la trae en el sombrero a su regreso. Cenicienta siembra la ramita en la tumba de su madre y esta crece hasta convertirse en un hermoso arbol, al cual la niña le cuenta todas sus penas. Cuando ella le llora y reza al árbol, aparece sobre este un pájaro blanco que le cumple algunos deseos.
El rey invita a todas las jóvenes solteras de su reino a una fiesta de tres días para que su hijo pueda elegir una esposa. La madrastra y las hermanastras de Cenicienta no quieren que ella asista a las fiestas, por lo cual le ordena que seleccione lentejas de las cenizas. Cenicienta lo logra con la ayuda de unas palomas llamadas por el pájaro blanco. („… die guten ins Töpfchen, die schlechten ins Kröpfchen!“)'Las buenas al puchero, las malas al buche'. Es decir, las malas os las podéis comer.
A pesar de que Cenicienta logra seleccionar todas las lentejas, la madrastra no le permite ir a las festividades con la excusa de que no tiene un vestido adecuado. Cenicienta va a llorar a la tumba de su madre y el pájaro blanco le da zapatos y un vestido suntuoso de seda y plata. Cenicienta se pone el regalo y se va a la fiesta sin ser reconocida entre los invitados. El príncipe se enamora de ella y pregunta su nombre, pero Cenicienta logra esconderse de él. El tercer día pierde uno de sus hermosos zapatos y el príncipe manda a buscar a la dueña para poder hacerla su esposa. Aunque le pregunta al padre de Cenicienta, este no la reconoce y duda si se trataba de su hija o no.
El príncipe manda a buscar en la casa de Cenicienta y las dos hermanastras intentan sin éxito calzarse el zapato. La madrastra le aconseja a la mayor cortarse el dedo gordo y a la menor el talón, pero al pasear por la tumba de la madre de Cenicienta dos palomas las descubren. („Rucke di guck, rucke di guck, Blut ist im Schuck (Schuh)! Der Schuck ist zu klein, die rechte Braut sitzt noch daheim.“)."Mira, vuélvete. Mira, vuélvete. ¡Hay sangre en el zapato! El zapato es muy pequeño, la verdadera novia todavía está en la casa"
Cenicienta, única persona a la que le calza el zapato, se casa con el príncipe y las dos hermanastras son castigadas por las palomas que las dejan ciegas, picándolas en los ojos. Los Hermanos Grimm no escriben sobre el destino de la Madrastra malvada, ni tampoco Ludwig Bechstein, otro autor alemán cuya versión es también muy conocida.
Argumento según Perrault
La Cenicienta de Perrault es también la hija del primer matrimonio de un noble rico, sin embargo esta versión no cuenta con el motivo de la tumba de la madre y la ramita que se convierte en árbol. En esta versión es un hada, una tía de Cenicienta, quién ayuda a la hermosa joven. Tambien se cuenta que la hermanastra mas joven es menos dura con cenicienta que la mayor y su madre . Cuando las hermanastras acuden al baile, Cenicienta es obligada a quedarse en la casa. En su desesperación, acude a su tía quién convierte con su varita mágica una calabaza en un carruaje. Lo mismo sucede con unos ratones, ratas y lagartijas de una trampa, a los cuales convierte en lacayos, cocheros y caballos tordos. Cuando el hada roza a Cenicienta con su varita mágica, sus vestidos se vuelven de una elegancia inimaginable. Además, el hada le regala unos zapatos de vidrio, con los cuales ella acude al baile. Perrault utiliza el motivo de los zapatos de vidrio, porque en su época el vidrio era más difícil de formar que el oro, lo cual imposibilitaba un engaño. Muy importante en la historia es también que el hada le advierte a Cenicienta que tiene que volver antes de medianoche porque si no, se deshace el hechizo.
Cenicienta es la más hermosa en el baile y ni siquiera las hermanastras la reconocen. En la segunda noche del baile, durante la cual Cenicienta está aún más hermosa que el día anterior, la joven casi se pasa de medianoche y al escuchar las campanadas sale corriendo y pierde uno de sus zapatos de vidrio. El príncipe ordena a un lacayo con la búsqueda de la muchacha, de quién se había enamorado. Las dos hermanastras no logran calzarse el zapato, mientras que éste le calza a Cenicienta con facilidad. En aquel momento aparece el hada y convierte el delantal de Cenicienta en un vestido maravilloso. Las hermanastras no son castigadas, ya que Cenicienta las perdona. Las dos hermanas acuden a la boda de Cenicienta y se casan el mismo día con dos nobles de la corte.
Origen y desarrollo del argumento
Dibujo de Gustave Doré de Cenicienta.
El arquetipo Cenicienta, al igual que muchos otros cuentos de hadas, tiene una gran historia. Es así que se encuentran los primeros rastros en los antiguos egipcios (Rhodopis), luego entre los romanos, en el Imperio Chino del siglo IX (del que queda como legado aún hoy en día el pequeño pie de Cenicienta) y en Persia a fines del siglo XII, en especial en las Siete Bellezas de Nezāmī. Es asombroso que inclusive entre los indígenas de Norteamérica se encuentra el motivo de Cenicienta.
El efecto y el relato de la Cenicienta es bastante complejo en la literatura, especialmente en el romanticismo alemán, inglés, ruso y francés. En el simbolismo de la literatura internacional también se encuentran varios motivos con interesantes combinaciones similares a la Cenicienta europea, sobre todo Puschkin, Novalis, Tieck, Brentano, Eichendorff, E.T.A. Hoffmann, Hans Christian Andersen, Tennyson, Wilde, Mallarmé, Maeterlinck y Hofmannsthal. El tema de la Cenicienta lo tratan explícitamente además Dietrich Grabbe en su Aschenbrödel de 1835 y Robert Walser en Die Insel de 1901. El poeta ruso Yevgeni Shvarts escribió en los años 20 del siglo XIX un cuento de hadas con el título Aschenbrödel. Los motivos principales de la historia son las palomas, los zapatos y las diferentes variantes del árbol. Las palomas son desde la Antigua Grecia las acompañantes tradicionales de Afrodita.
Si se reduce y banaliza el motivo principal del cuento de hadas en la vida trágica de la heroína que espera el amor de un príncipe y se lo combina con la moral de que lo bueno siempre triunfa, se encontrarán varias "versiones" desarrolladas de la Cenicienta en la literatura trivial, especialmente en Eugenia Marlitt y Hedwig Courths-Mahler.

Las leyendas germanas recopiladas por Grimm

grimmstories.com/de/grimm_maerchen/index?page=1

Heinrich Lefler and Joseph Urban - 'Gevatter Tod' ('The Godfather's Death') from ''Grimm's Marchen'' (1905)
Gevatter Tod
(The Godfather's Death)
Padrino Mortis



Heinrich Lefler and Joseph Urban - 'Der Froschkonig' ('The Frog Prince') from ''Grimm's Marchen'' (1905)
Der Froschkönig
(The Frog Prince)
"Sapo encantador"


Heinrich Lefler and Joseph Urban - 'Rapunzel' ('Rapunzel') from ''Grimm's Marchen'' (1905)


Rapunzel

Heinrich Lefler and Joseph Urban - 'Dornroschen' ('Little Briar Rose; or, Sleeping Beauty') from ''Grimm's Marchen'' (1905)
Dornröschen
Little Briar Rose; or, Sleeping Beauty)
La bella durmiente

Der Froschkönig oder der eiserne Heinrich

"El sapo encantador" o el fiel Enrique
The frog king or Iron Henry
vulgo: El príncipe encantado
(The Frog Prince)
Heinrich Lefler and Joseph Urban - 'Der Froschkonig' ('The Frog Prince') from ''Grimm's Marchen'' (1905)
Der Froschkönig oder der eiserne Heinrich [en español]
In den alten Zeiten, wo das Wünschen noch geholfen hat, lebte ein König, dessen Töchter waren alle schön; aber die jüngste war so schön, daß die Sonne selber, die doch so vieles gesehen hat, sich verwunderte, sooft sie ihr ins Gesicht schien. Nahe bei dem Schlosse des Königs lag ein großer dunkler Wald, und in dem Walde unter einer alten Linde war ein Brunnen; wenn nun der Tag recht heiß war, so ging das Königskind hinaus in den Wald und setzte sich an den Rand des kühlen Brunnens - und wenn sie Langeweile hatte, so nahm sie eine goldene Kugel, warf sie in die Höhe und fing sie wieder; und das war ihr liebstes Spielwerk.

Nun trug es sich einmal zu, daß die goldene Kugel der Königstochter nicht in ihr Händchen fiel, das sie in die Höhe gehalten hatte, sondern vorbei auf die Erde schlug und geradezu ins Wasser hineinrollte. Die Königstochter folgte ihr mit den Augen nach, aber die Kugel verschwand, und der Brunnen war tief, so tief, daß man keinen Grund sah. Da fing sie an zu weinen und weinte immer lauter und konnte sich gar nicht trösten. Und wie sie so klagte, rief ihr jemand zu: “Was hast du vor, Königstochter, du schreist ja, daß sich ein Stein erbarmen möchte.” Sie sah sich um, woher die Stimme käme, da erblickte sie einen Frosch, der seinen dicken, häßlichen Kopf aus dem Wasser streckte. “Ach, du bist’s, alter Wasserpatscher,” sagte sie, “ich weine über meine goldene Kugel, die mir in den Brunnen hinabgefallen ist.” - “Sei still und weine nicht,” antwortete der Frosch, “ich kann wohl Rat schaffen, aber was gibst du mir, wenn ich dein Spielwerk wieder heraufhole?” - “Was du haben willst, lieber Frosch,” sagte sie; “meine Kleider, meine Perlen und Edelsteine, auch noch die goldene Krone, die ich trage.” Der Frosch antwortete: “Deine Kleider, deine Perlen und Edelsteine und deine goldene Krone, die mag ich nicht: aber wenn du mich liebhaben willst, und ich soll dein Geselle und Spielkamerad sein, an deinem Tischlein neben dir sitzen, von deinem goldenen Tellerlein essen, aus deinem Becherlein trinken, in deinem Bettlein schlafen: wenn du mir das versprichst, so will ich hinuntersteigen und dir die goldene Kugel wieder heraufholen.” - “Ach ja,” sagte sie, “ich verspreche dir alles, was du willst, wenn du mir nur die Kugel wieder bringst.” Sie dachte aber: Was der einfältige Frosch schwätzt! Der sitzt im Wasser bei seinesgleichen und quakt und kann keines Menschen Geselle sein.

Der Frosch, als er die Zusage erhalten hatte, tauchte seinen Kopf unter, sank hinab, und über ein Weilchen kam er wieder heraufgerudert, hatte die Kugel im Maul und warf sie ins Gras. Die Königstochter war voll Freude, als sie ihr schönes Spielwerk wieder erblickte, hob es auf und sprang damit fort. “Warte, warte,” rief der Frosch, “nimm mich mit, ich kann nicht so laufen wie du!” Aber was half es ihm, daß er ihr sein Quak, Quak so laut nachschrie, als er konnte! Sie hörte nicht darauf, eilte nach Hause und hatte bald den armen Frosch vergessen, der wieder in seinen Brunnen hinabsteigen mußte.

Am andern Tage, als sie mit dem König und allen Hofleuten sich zur Tafel gesetzt hatte und von ihrem goldenen Tellerlein aß, da kam, plitsch platsch, plitsch platsch, etwas die Marmortreppe heraufgekrochen, und als es oben angelangt war, klopfte es an die Tür und rief: “Königstochter, jüngste, mach mir auf!” Sie lief und wollte sehen, wer draußen wäre, als sie aber aufmachte, so saß der Frosch davor. Da warf sie die Tür hastig zu, setzte sich wieder an den Tisch, und es war ihr ganz angst. Der König sah wohl, daß ihr das Herz gewaltig klopfte, und sprach: “Mein Kind, was fürchtest du dich, steht etwa ein Riese vor der Tür und will dich holen?” - “Ach nein,” antwortete sie, “es ist kein Riese, sondern ein garstiger Frosch.” - “Was will der Frosch von dir?” - “Ach, lieber Vater, als ich gestern im Wald bei dem Brunnen saß und spielte, da fiel meine goldene Kugel ins Wasser. Und weil ich so weinte, hat sie der Frosch wieder heraufgeholt, und weil er es durchaus verlangte, so versprach ich ihm, er sollte mein Geselle werden; ich dachte aber nimmermehr, daß er aus seinem Wasser herauskönnte. Nun ist er draußen und will zu mir herein.” Und schon klopfte es zum zweitenmal und rief:
“Königstochter, jüngste,
Mach mir auf,
Weißt du nicht, was gestern
Du zu mir gesagt
Bei dem kühlen Wasserbrunnen?
Königstochter, jüngste,
Mach mir auf!”
Da sagte der König: “Was du versprochen hast, das mußt du auch halten; geh nur und mach ihm auf.” Sie ging und öffnete die Türe, da hüpfte der Frosch herein, ihr immer auf dem Fuße nach, bis zu ihrem Stuhl. Da saß er und rief: “Heb mich herauf zu dir.” Sie zauderte, bis es endlich der König befahl. Als der Frosch erst auf dem Stuhl war, wollte er auf den Tisch, und als er da saß, sprach er: “Nun schieb mir dein goldenes Tellerlein näher, damit wir zusammen essen.” Das tat sie zwar, aber man sah wohl, daß sie’s nicht gerne tat. Der Frosch ließ sich's gut schmecken, aber ihr blieb fast jedes Bißlein im Halse. Endlich sprach er: “Ich habe mich sattgegessen und bin müde; nun trag mich in dein Kämmerlein und mach dein seiden Bettlein zurecht, da wollen wir uns schlafen legen.” Die Königstochter fing an zu weinen und fürchtete sich vor dem kalten Frosch, den sie nicht anzurühren getraute und der nun in ihrem schönen, reinen Bettlein schlafen sollte. Der König aber ward zornig und sprach: “Wer dir geholfen hat, als du in der Not warst, den sollst du hernach nicht verachten.” Da packte sie ihn mit zwei Fingern, trug ihn hinauf und setzte ihn in eine Ecke. Als sie aber im Bett lag, kam er gekrochen und sprach: “Ich bin müde, ich will schlafen so gut wie du: heb mich herauf, oder ich sag's deinem Vater.” Da ward sie erst bitterböse, holte ihn herauf und warf ihn aus allen Kräften wider die Wand: “Nun wirst du Ruhe haben, du garstiger Frosch.”

Als er aber herabfiel, war er kein Frosch, sondern ein Königssohn mit schönen und freundlichen Augen. Der war nun nach ihres Vaters Willen ihr lieber Geselle und Gemahl. Da erzählte er ihr, er wäre von einer bösen Hexe verwünscht worden, und niemand hätte ihn aus dem Brunnen erlösen können als sie allein, und morgen wollten sie zusammen in sein Reich gehen. Dann schliefen sie ein, und am andern Morgen, als die Sonne sie aufweckte, kam ein Wagen herangefahren, mit acht weißen Pferden bespannt, die hatten weiße Straußfedern auf dem Kopf und gingen in goldenen Ketten, und hinten stand der Diener des jungen Königs, das war der treue Heinrich. Der treue Heinrich hatte sich so betrübt, als sein Herr war in einen Frosch verwandelt worden, daß er drei eiserne Bande hatte um sein Herz legen lassen, damit es ihm nicht vor Weh und Traurigkeit zerspränge. Der Wagen aber sollte den jungen König in sein Reich abholen; der treue Heinrich hob beide hinein, stellte sich wieder hinten auf und war voller Freude über die Erlösung.
Und als sie ein Stück Wegs gefahren waren, hörte der Königssohn, daß es hinter ihm krachte, als wäre etwas zerbrochen. Da drehte er sich um und rief:
“Heinrich, der Wagen bricht!”
“Nein, Herr, der Wagen nicht,
Es ist ein Band von meinem Herzen,
Das da lag in großen Schmerzen,
Als Ihr in dem Brunnen saßt,
Als Ihr eine Fretsche (Frosch) wast (wart).”
Noch einmal und noch einmal krachte es auf dem Weg, und der Königssohn meinte immer, der Wagen bräche, und es waren doch nur die Bande, die vom Herzen des treuen Heinrich absprangen, weil sein Herr erlöst und glücklich war.
ENDE

Der Froschkönig oder der eiserne Heinrich
ist ein Märchen (ATU 440 Ehemann). Es steht in den Kinder- und Hausmärchen der Brüder Grimm an erster Stelle (KHM 1).
Inhaltsverzeichnis
Inhalt
Einer Prinzessin fällt ihre goldene Kugel beim Spiel in den Brunnen, und ein Frosch erbietet sich, ihr zu helfen. Sie muss ihm dafür versprechen, seine Spielkameradin zu werden und Tisch und Bett mit ihm zu teilen. Als sie die Kugel zurück hat, läuft sie davon. Doch der Frosch folgt ihr und auf Drängen ihres Vaters bekennt sie sich widerwillig zu ihrem Versprechen. Als jedoch der Frosch einfordert, dass sie ihn mit in ihr Bett nehmen solle, ist ihre Abscheu so groß, dass sie das Tier an die Wand wirft. Im gleichen Augenblick verwandelt sich der Frosch in einen Prinzen. Nach dem Willen ihres Vaters führt er die Königstochter als seine Gemahlin in einer Kutsche in sein Königreich. Während der Fahrt springen Heinrich, dem treuen Diener des jungen Königs, aus Freude über die Erlösung seines Herrn mit lautem Krachen die drei eisernen Bande entzwei, die er (der „Eiserne Heinrich“) sich hatte um sein Herz legen lassen, als sein Herr in einen Frosch verwandelt worden war.
Herkunft
Der Frosch vor der Tür
Grimms Anmerkung verortet das Märchen in Hessen, wo sie es wohl von Familie Wild hörten, und erzählt Der Froschprinz aus der Erstauflage nach. Eine dritte Erzählung aus dem Paderbörnischen (von Familie von Haxthausen) setzt so fort: Der erlöste Prinz gibt seiner Braut ein Tuch mit seinem Namen in Rot, das schwarz wird, wenn er tot oder untreu ist (vgl. KHM 56, 60, 89). Als er eine falsche Braut hat, folgt ihm die rechte mit ihren Schwestern als Reiter verkleidet und entgeht der Entlarvung, indem sie beim Sturz über ausgestreute Erbsen wie Männer fluchen (vgl. KHM 67). Er erkennt sie, als es unterwegs kracht und er dreimal ruft „Halt, der Wagen bricht“, worauf sie jeweils antwortet: „Ach nein, es bricht ein Band von meinem Herzen.“ Die Brüder Grimm schätzen das Märchen besonders alt, mit Verweis auf Georg Rollenhagen (Froschmeuseler, 1595), und sammeln epische Beispiele von harten Banden ums Herz. Sie zitieren auch den Kommentarteil von John Leydens Ausgabe von John Bellendens Complayant of Scotlande, der das Märchen mit einer Geschichte vom Wolf am Brunnen am Weltende in Verbindung bringt:
„open the door, my hinny, my hart,
open the door, mine ain wee thing;
and mind the words that you and I spak
down in the meadow, at the well-spring!“
Verglichen mit Wilhelm Grimms ursprünglicher Handschrift schildert der Text der Erstauflage besonders die Spielszene am Brunnen ausführlicher. Die Dialoge sind lebendiger, z.B. „von deinem goldnen Tellerlein essen und in deinem Bettlein schlafen“ (vgl. KHM 53), die Redensart das war in den Wind gesprochen verschwand später wieder. Das jetzt dreimalige Krachen der Bande vom Herzen entspricht den drei Stadien der Handlung, auch die Beschreibung des Wagens mit Gold und das goldene Tellerlein, wie eingangs die Goldkugel, tragen zur Abrundung bei. Die Formel In den alten Zeiten, wo das Wünschen noch geholfen hat leitet das erste Märchen der Sammlung erst ab der 3. Auflage ein und wurde aus KHM 127 Der Eisenofen entlehnt.[1] Die Auflage letzter Hand ist noch ausführlicher. Eingangs sind jetzt die Schönheit der Tochter und ihre Goldkugel durch die Sonne unterstrichen bzw. parallelisiert, die sich verwunderte, sooft sie ihr ins Gesicht schien. Wilhelm Grimms arbeitet subtil die Parallele zwischen Brunnen- und Bettszene heraus, als die Tochter jeweils sitzt und weint. Sie betont den Standesunterschied zum „Wasserpatscher” (ab 3. Aufl., vgl. KHM 7), „der sitzt im Wasser bei seinesgleichen und quakt”. Es häufen sich Diminuitive wie Händchen, Tellerlein, Bettlein, dagegen fehlt des Frosches Ausdruck „Ich will bei dir schlafen”.[2] Hans-Jörg Uther stellt fest, Wilhelm Grimms Handschrift betone die Kindlichkeit der Königstochter und das moralische Vatergebot, spätere mündlich beeinflusste Fassungen mehr die intime Begegnung mit dem Frosch.[3]
Der Name Heinrich, der mit „der Wagen bricht” den schönen Stabreim bildet, wird in der von den Brüdern Grimm verantworteten Ausgabe von Aues Der arme Heinrich 1815 als für einen Diener passend, weil volksmäßig bezeichnet. Den Namen Froschkönig fanden sie in Rollenhagens Von Bröseldieb, des meuseköniges sons, kundtschaft mit dem froschkönig, wo auch in der Vorrede vom eisernen Band die Rede ist. Der Vers „Königstochter jüngste / Mach mir auf” steht schon in Friedrich David Gräters Bragur 3 (1794, S. 241-242). [4]
Die von Grimm zitierte Erzählung in Leydens Complaynt of Scotland ist bis heute der früheste Beleg des Märchens. Ein Singvers des Frosches findet sich schon 1794 in Friedrich David Gräters Über die teutschen Volkslieder und ihre Musik. Mittelalterliche Textstellen, wie sie den Brüdern Grimm aufgefallen waren, bewegen sich nur im sprichwörtlichen Bereich (Si quis amat ranam, ranam putat esse Dianam[5] - Wenn wer einen Frosch liebt, hält er den Frosch für Diana; in gremium missa post rana sinum petit ipsa - So der Frosch in den Schoß kommt, wollt er gern in den Busen), ebenso eine antike in Petronius' Das Gastmahl des Trimalchio (Kap. 77, über einen Neureichen: qui fuit rana, nunc est rex - Der ein Frosch war, ist jetzt König). Auch Versuche der Herleitung aus altorientalischen Quellen stützen sich nur auf Einzelmotive. Das Bild von Eisenbanden ums Herz ist schon mittelalterlich belegt, es lebt vielleicht fort in Redensarten wie mir fällt ein Stein vom Herzen. [6]

[Blancanívea y Rosaura]

Schneeweisschen und Rosenrot
(Snow White and Rose Red)
No es S[ch]neewittchen! [Blancanieves]

Heinrich Lefler and Joseph Urban - 'Schneeweisschen und Rosenrot' ('Snow White and Rose Red') from ''Grimm's Marchen'' (1905) 

Ilustration from Lefler and Urban for "Grimm's Märchen"  (1905)

 
Es basiert auf Der undankbare Zwerg in Karoline Stahls Fabeln, Märchen und Erzählungen für Kinder von 1818.
Inhaltsverzeichnis

Inhalt
Eine Mutter hat zwei sehr liebe Töchter, Schneeweißchen und Rosenrot. Sie ähneln dem weißen und dem roten Rosenbäumchen in ihrem Garten. Schneeweißchen ist stiller als Rosenrot und öfter zu Hause. Den Mädchen droht im Wald keine Gefahr von den Tieren, und auch als sie direkt neben einem Abgrund schlafen, behütet sie ihr Schutzengel. Eines Winters sucht Abend für Abend ein Bär bei ihnen Obdach, und die Kinder, obwohl sie sich zuerst fürchten, fassen Zutrauen und spielen mit ihm, was dem Bären behagt. Wenn es ihm zu arg wird, brummt er: „Laßt mich am Leben, ihr Kinder. Schneeweißchen, Rosenrot, schlägst dir den Freier tot.“
Im Frühjahr muss der Bär wieder fort, um seine Schätze vor den Zwergen zu schützen. Am Türrahmen reißt er sein Fell. Schneeweißchen meint, Gold hervorschimmern zu sehen. Später treffen die Mädchen im Wald dreimal einen Zwerg, der mit seinem Bart an einem gefällten Baum, dann an einer Angelschnur festhängt, dann will ihn ein Greifvogel forttragen. Sie helfen ihm, doch er ist undankbar und schimpft, weil sie dabei seinen Bart und seinen Rock beschädigen. Beim vierten Treffen wird der Zwerg zornig, da ihn Schneeweißchen und Rosenrot vor einem ausgebreiteten Haufen Edelsteine überraschen. Der Bär kommt und schlägt den Zwerg nieder. Als sie den Bären erkennen, verwandelt er sich in einen Königssohn, dem, so erfahren sie, der Zwerg seine Schätze gestohlen und ihn verwünscht hatte. Schneeweißchen heiratet den Königssohn. Rosenrot bekommt seinen Bruder, der auch schon vorher als Jäger in die Geschichte eingeführt wurde.
Interpretation

Der Gegensatz zwischen den unschuldigen Kindern und dem gierigen Zwerg ist selbst für ein Märchen besonders ausgeprägt. Auch die Charaktere des starken Bären und der guten Mutter sind besonders klischeehaft.
Die beiden Kinder weisen bei aller Verbundenheit eine gegensätzliche Symbolik auf. Rot sind die Beeren, die sie im Wald pflücken, wo Rosenrot gerne herumtollt. Weiß dagegen ist das Täubchen und das Lämmchen Winters in der Stube. Rosenrot öffnet die Tür, Schneeweißchen schließt sie und verabschiedet den Bären.
Der Bart, den die Kinder dem Zwerg stutzen, bedeutet in vielen alten Geschichten die Stärke, wie bei Samson im Alten Testament (vgl. KHM 196) und war im Mittelalter auch Zeichen der Königswürde. Auch der Bär hat hier einen dicken Pelz, der mit dem Tod des Zwerges von ihm abfällt. Sein Abschied mit Gold unterm Fell parallelisiert den Zwerg mit Goldsack, so wie dessen Kampf mit dem Fisch den Schutzengel am Abgrund.
Der Zwerg kämpft einmal gegen ein Wesen der Erde (Baum), einmal des Wassers (Fisch) und einmal der Luft (Vogel). Diese Kombination des dreigliedrigen Märchenaufbaus mit der Vier-Elemente-Lehre ist in vielen Grimm-Märchen erkennbar, z.B. Die wahre Braut.
Besonders reizvoll ist in Schneeweißchen und Rosenrot das Schwestern-Doppelbild, in dem beide gleich schön und gleich gut sind. Dieser Aspekt ist in den Zwei-Schwestern-Märchen äußerst selten. Zumeist findet sich in den Zwei-Schwestern-Märchen eine Konstellation wie die von Goldmarie und Pechmarie in Frau Holle, wo die eine gut und verletzbar ist, die andere bösartig und neidisch, letztere zumeist noch tatkräftig unterstützt durch ihr alter Ego, die böse Stiefmutter. Durch diese Sonderstellung ist Schneeweißchen und Rosenrot zu einem Urbild von einer Schwesternbeziehung geworden, in der beide ihr Selbst auch im Unterschied positiv bestimmen können, ohne einander zu schaden.
Für Eugen Drewermann ist die Ungebrochenheit der Märchenbilder Gelegenheit, den widersprüchlichen Erwachsenenstandpunkt zu hinterfragen und zu werden wie die Kinder (Mk 10,15). Im Haus von Mutter Natur leben Winter und Sommer, das gegensätzliche Geschwisterpaar, Hand in Hand. Der Totemismus oder psychologische Symbolismus der zwei Rosenbäumchen zeigt die Einheit von Natur und Mensch, Unschuld und Sehnsucht, Bewahrung und Hingabe, Anmut und Würde, erwachsen werden in Kindlichkeit, was in angstfreier Umgebung gelingt. So werden sie erst im Nachhinein des Abgrunds am Ende der Kindheit gewahr. Die Integration des wilden Bären muss die einseitig mütterliche Welt anfangs erschrecken. Es handelt sich nach Freud um Es-Angst, das väterliche ist hier nach Jung die vierte, unentwickelte Funktion, man beachte die sexuelle Symbolik ihrer Spiele am Feuer. Das Gewissen ihres kindlichen Schutzengels ist ein überalterter Zwerg geworden, den man nicht mehr so ernst nehmen, gleichwohl noch eine Zeit am Leben erhalten muss, etwa gegen den adlerhaften Intellektualismus der Stadt (Über-Ich-Angst), bis erwachsene Liebe die Entscheidung erzwingt. [1]
Herkunft
Wilhelm Grimms Anmerkung verweist auf Karoline Stahls Der undankbare Zwerg (das er schon im Anmerkungsband von 1822 zusammenfasste), für den Vers des Bären auf Johann Friedrich Kinds Novelle Das Schmetterlings-Cabinet im Taschenbuch Minerva für das Jahr 1813. Seiner handschriftlichen Notiz zufolge inspirierte ihn die Erwähnung der Freier (im Original Plural) zu seinen Erweiterungen. Er breitet erst das kindliche Familienidyll aus und führt dann den Tierbräutigam ein (vgl. KHM 88, 127). Karoline Stahl fokussiert auf den bösen Zwerg, der bei Grimm auch breiter ausgeschmückt ist. Seine Schimpftiraden, z.B. „wahnsinnige Schafsköpfe“ (ab 1833), „ihr Lorche“ (ab 1827) sind für Grimms Märchen ungewöhnlich gehäuft. Wilhelm Grimm arbeitete den Text auch von Ausgabe zu Ausgabe um wie keinen anderen. Er zeigt seine persönlichen Vorstellungen und traf den Publikumsgeschmack.
Eine interessante Erzählvariante zu Schneeweißchen und Rosenrot gibt das Märchen Die drei verwunschenen Fürsten von Božena Němcová. Hier bewegt sich das Märchen jedoch nicht um zwei, sondern um drei schöne Schwestern: Die Erste heiratet einen verwunschen Bärenkönig, die Zweite einen verwunschenen Adlerkönig und die in Schneeweißchen und Rosenrot noch nicht gekannte dritte Schwester heiratet einen verwunschenen Fischkönig. Die drei werden erlöst durch den kleinen Bruder der drei Schwestern, der die wunderschöne kleine Schwester der drei Tierkönige von einem bösen Bergzauberer befreien muss. Dieser hält das schöne Mädchen in einem Zauberschlaf in einem Sarg in einem Berg gefangen. Der Bergzauberer trägt wiederum Züge des rumpelstilzchenhaften Männchens aus Schneeweißchen und Rosenrot. [2] Vgl. KHM 82a, 163.
Die Auffassung der Tiergestalt als Folge eines Schadenszaubers, der zur Erlösung aufgehoben wird, ist vergleichsweise jung. Bei Naturvölkern erscheint die Hin- und Rückverwandlung zum Tier als selbstverständlicher Zug des Menschen. [3] Schneeweißchen und Rosenrot hat hier ein ähnliches Thema wie KHM 1 Der Froschkönig, KHM 88 Das singende springende Löweneckerchen, KHM 108 Hans mein Igel, KHM 111 Der Bärenhäuter, KHM 82a Die drei Schwestern, KHM 129a Der Löwe und der Frosch. Zum einmal schlafenden Schutzengel vgl. KHM 201 Der heilige Joseph im Walde.

Gebrüder Grimm -"Kinder- und Hausmärchen"

Die „Kinder- und Hausmärchen“ (KHM), volkstümlich „Grimms Märchen“ genannt, sind eine berühmte deutsche Anthologie von Märchen, die Jacob Ludwig Carl Grimm und sein Bruder Wilhelm Carl Grimm, bekannt als die „Brüder Grimm“, herausgegeben haben.
Illustriertes Titelblatt des ersten Bandes der zweiten Auflage von 1819 
Inhaltsverzeichnis
Entstehungsgeschichte
1803 hatten die beiden Brüder in der Marburger Universität die Romantiker Clemens Brentano und Achim von Arnim kennengelernt, die bei ihnen das Interesse für alte Hausmärchen weckten.
Jacob und Wilhelm Grimm begannen in Kassel in ihrem bürgerlichen Umfeld, das vielfach hugenottisch geprägt war, mündlich überlieferte Märchen zu sammeln und zu bearbeiten. Viele der gesammelten Märchen stammen von der ortsansässigen Märchenerzählerin Dorothea Viehmann, die keineswegs die alte Bäuerin war, als die die Grimms sie darstellten, sondern eine gebildete Frau,[1] sowie aus der Feder des französischen Kulturstaatssekretärs Charles Perrault[2], der seine Märchen ebenfalls nicht nur aus mündlicher Überlieferung, sondern auch von französischen und italienischen Märchensammlern, wie Straparola und vor allem Basile, übernahm. Bei anderen Märchen wird vermutet, dass sie aus der Feder der Grimms selbst stammten. Nach Ansicht vieler Forscher war die Pose der sorgfältigen Sammler alter Traditionen, die die Brüder einnahmen, weitgehend eine der Zeitstimmung der Romantik geschuldete Fiktion: Die Märchensammlung stellt vielmehr eine Mischung aus neuen Texten, Kunstmärchen und teils stark bearbeiteten und veränderten Volksmärchen dar. Einige der teils sehr erheblichen grimmschen Bearbeitungen erkennt man durch eine Gegenüberstellung bestimmter Märchen in der ersten Ausgabe von 1812/15 und in der Ausgabe letzter Hand von 1857.
Die Texte wurden von Auflage zu Auflage weiter überarbeitet, teilweise verniedlicht und mit christlicher Moral unterfüttert. Die Grimms reagierten damit auch auf Kritik, die Märchen seien nicht kindgerecht. Um dem zeitgemäßen Geschmack des vorwiegend bürgerlichen Publikums entgegenzukommen, wurden auch wichtige Details geändert. So wurde aus der Mutter in Hänsel und Gretel eine Stiefmutter, denn ihr Verhalten, die Kinder zu verstoßen, war mit dem Mutterbild des Bürgertums nicht zu vereinbaren. Auch direkte sexuelle Anspielungen und Bezüge wurden verändert oder weggelassen. In ihrer Vorrede zu der Ausgabe der KHM von 1815 erwähnen sie explizit, dass es sich bei ihrer Sammlung von Märchen um ein Erziehungsbuch handelt. Wilhelm Grimm, der die KHM seit der zweiten Auflage 1819 fast ausschließlich allein bearbeitete, ergänzte die Texte auch durch zahlreiche Redensarten und bildhafte Formeln.
Durch Perrault und durch die hugenottische Herkunft Dorothea Viehmanns und der Kasseler Familien Hassenpflug und Wild (sie verkehrten im Hause Grimm; eine Tochter der Familie Wild wurde später die Frau Wilhelms) flossen auch viele ursprünglich französische Kunstmärchen und Märchenvarianten in die Sammlung ein. Um ein Märchenbuch mit "rein deutschen" Märchen zu haben, wurden einige Märchen, die aus Frankreich in den deutschen Sprachraum gelangten, wie etwa Der gestiefelte Kater oder Blaubart, nach der ersten Ausgabe wieder entfernt. Dies geschah allerdings nicht konsequent, denn den Grimms war durchaus bekannt, dass zum Beispiel für Rotkäppchen auch eine französische Version mit tragischem Ende existierte. Eine nationale Eingrenzung war auch deshalb fragwürdig, weil einige Märchen wie etwa Aschenputtel eine umfangreiche europäische und sogar internationale Herkunfts- und Verbreitungsgeschichte haben. In ihrer Vorrede zu den KHM versichern die Grimms immer wieder, dass es sich bei den gesammelten Märchen um "echt hessische Märchen" handele, welche ihren Ursprung in altnordischen und urdeutschen Mythen hätten. Dass es sich bei ihrer Hauptquelle, der Viehmännin, nicht um eine hessische Bäuerin, sondern um eine gebildete Schneiderin mit französischen Wurzeln handelt, verschweigen sie hingegen. In den Handschriften der KHM, die 1927 in einer Abtei im Elsass gefunden worden sind, finden sich jedoch Vermerke über die französische Herkunft und die Parallelen zu Perraults Märchensammlung.

Bremer Stadtmusikanten

http://www.welterbestaetten.de/de/bremen.htmUna de las más contadas leyendas (cuentos de los hermanos Grimm) de mi padre a pedido expreso de sus hijos







Bremer Stadtmusikanten
Read either the German story from the Gutenberg site, this simpler version from this site, or the English.
Here's a comic strip version of Die Bremer Stadtmusikanten.
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An der Westseite des Rathauses steht die bekannteste Darstellung der Stadtmusikanten, die Bronzeplastik des Künstlers Gerhard Marcks von 1951.






Los cuatro de la ciudad de Bremen


Audio Read and LISTEN to this Grimm fairy tale, a reading selection available in both German and English. Die Bremer Stadtmusikanten
(The Bremen Town Musicians) is a wonderful fantasy about a donkey, a
dog, a cat and a rooster, who have all outlived their usefulness. Each
of the animals has discovered he is about to meet a most unpleasant
fate. As we follow the tale, we discover that things are not always
what they seem, and learn some lessons about life.
Un "turco" cuenta su versión del cuento: türkisches Deutsch

Deutsch English
Die Bremer Stadtmusikanten The Bremen Town Musicians
Es war einmal ein Mann, der hatte einen Esel, welcher schon lange Jahre unverdrossen die Säcke in die Mühle getragen hatte. Nun aber gingen die Kräfte des Esels zu Ende, so dass er zur Arbeit nicht mehr taugte. Da dachte der Herr daran, ihn wegzugeben. Aber der Esel merkte, dass sein Herr etwas Böses im Sinn hatte, lief fort und machte sich auf den Weg nach Bremen. Dort, so meinte er, könnte er ja Stadtmusikant werden. There once was a man who had a donkey that had carried the grain sacks to the mill tirelessly for many long years. But his strength was failing and he was growing more and more unfit for work. So his master began to consider getting rid of him. But the donkey, who became aware that his master had something evil in mind, ran away and set out on the road to Bremen. There he thought he could surely become a town musician.
Als er schon eine Weile gegangen war, fand er einen Jagdhund am Wege liegen, der jämmerlich heulte. „Warum heulst du denn so, Pack an?“ fragte der Esel. After he had walked for a while, he found a hunting hound lying on the road, howling pitifully. “Why are you howling so, old fellow,” asked the donkey.
„Ach“, sagte der Hund, „weil ich alt bin, jeden Tag schwächer werde und auch nicht mehr auf die Jagd kann, wollte mich mein Herr totschießen. Da hab ich Reißaus genommen. Aber womit soll ich nun mein Brot verdienen?“ "Ah," replied the hound, "because I am old and grow weaker each day, and can no longer hunt, my master wanted to shoot me dead. So I fled. But how am I supposed to earn my bread now?"
„Weißt du, was“, sprach der Esel, „ich gehe nach Bremen und werde dort Stadtmusikant. Komm mit mir und lass dich auch bei der Musik annehmen. Ich spiele die Laute, und du schlägst die Pauken.“ "You know what," said the donkey, "I am going to Bremen and shall become town musician there. Come with me and engage yourself as a musician as well. I will play the lute and you shall beat the kettledrum."
Der Hund war einverstanden, und sie gingen mitsammen weiter. Es dauerte nicht lange, da sahen sie eine Katze am Wege sitzen, die machte ein Gesicht wie drei Tage Regenwetter. „Was ist denn dir in die Quere gekommen, alter Bartputzer?“ fragte der Esel. The hound agreed, and they went on together. It wasn't long before they saw a cat sitting on the path, with a face like three rainy days. "Now then, old whiskers, what has gone wrong for you," asked the donkey.
„Wer kann da lustig sein, wenn's einem an den Kragen geht“, antwortete die Katze. „Weil ich nun alt bin, meine Zähne stumpf werden und ich lieber hinter dem Ofen sitze und spinne, als nach Mäusen herumjage, hat mich meine Frau ersäufen wollen. Ich konnte mich zwar noch davonschleichen, aber nun ist guter Rat teuer. Wo soll ich jetzt hin?“ “Who can be merry when his neck is at risk," answered the cat. "Because I am old now, my teeth are dull, and I prefer to sit by the fire and spin rather than chase after mice, my mistress wanted to drown me. However, I did manage to sneak away. But it's hard to know what to do. Where am I to go now?"
„Geh mit uns nach Bremen! Du verstehst dich doch auf die Nachtmusik, da kannst du Stadtmusikant werden." "Go with us to Bremen. You know something about night music. You can become a town musician there."
Die Katze hielt das für gut und ging mit. Als die drei so miteinander gingen, kamen sie an einem Hof vorbei. Da saß der Haushahn auf dem Tor und schrie aus Leibeskräften. The cat thought that was a good idea and went with them. As the three went on together, they passed by a farm, where the rooster was sitting on the gate crowing with all his might.
„Du schreist einem durch Mark und Bein", sprach der Esel, "was hast du vor?" "Your crowing pierces right through to the marrow," said the donkey. "What's on your mind?"
„Die Hausfrau hat der Köchin befohlen, mir heute Abend den Kopf abzuschlagen. Morgen, am Sonntag, haben sie Gäste, da wollen sie mich in der Suppe essen. Nun schrei ich aus vollem Hals, solang ich noch kann." "The lady of the house has ordered the cook to chop off my head this evening. Tomorrow, on Sunday, company is coming and they want to eat me in the soup. Now I am crowing at the top of my lungs while still I can."
„Ei was" sagte der Esel, „zieh lieber mit uns fort, wir gehen nach Bremen, etwas Besseres als den Tod findest du überall. Du hast eine gute Stimme, und wenn wir mitsammen musizieren, wird es gar herrlich klingen." Dem Hahn gefiel der Vorschlag, und sie gingen alle vier mitsammen fort. "Oh come on!" said the donkey. "Why don't you come away with us. We are going to Bremen. You can find something better than death everywhere. You have a good voice, and when we make music together it will sound magnificant." The rooster liked the suggestion and the four went on together.
Sie konnten aber die Stadt Bremen an einem Tag nicht erreichen und kamen abends in einen Wald, wo sie übernachten wollten. Der Esel und der Hund legten sich unter einen großen Baum, die Katze kletterte auf einen Ast, und der Hahn flog bis in den Wipfel, wo es am sichersten für ihn war. - They could not reach the town of Bremen in one day, however, and that evening they came to a forest where they wanted to spend the night. The donkey and the hound laid themselves down under a large tree, the cat climbed onto a branch, and the rooster flew up to the top of the tree, where it was safest for him. -
Ehe er einschlief, sah er sich noch einmal nach allen vier Windrichtungen um. Da bemerkte er einen Lichtschein. Er sagte seinen Gefährten, dass in der Nähe ein Haus sein müsse, denn er sehe ein Licht. Der Esel antwortete: „So wollen wir uns aufmachen und noch hingehen, denn hier ist die Herberge schlecht.“ Der Hund meinte, ein paar Knochen und etwas Fleisch daran täten ihm auch gut. Before he went to sleep he looked around in all four directions. Then he saw a light shining. So he told his companions that there must be a house nearby, for he saw a light. The donkey replied, "Then let's get up and go over there, for the acommodations here are poor." The hound thought that a few bones with some meat on them would do him good, too.
Also machten sie sich auf den Weg nach der Gegend, wo das Licht war. Bald sahen sie es heller schimmern, und es wurde immer größer, bis sie vor ein hellerleuchtetes Räuberhaus kamen. Der Esel, als der größte, näherte sich dem Fenster und schaute hinein. So they made their way to the place where the light was, and soon saw it shine brighter and grow larger, until they came to a well-lighted robbers house. The donkey, as the tallest, went to the window and looked in.
„Was siehst du, Grauschimmel?“ fragte der Hahn. "What do you see, my grey steed?" asked the rooster.
„Was ich sehe?“ antwortete der Esel. „Einen gedeckten Tisch mit schönem Essen und Trinken, und Räuber sitzen rundherum und lassen sich's gut gehen!“ "What do I see?" answered the donkey. "A table covered with good things to eat and drink, and robbers sitting at it, enjoying themselves."
„Das wäre etwas für uns“, sprach der Hahn. "That would be the sort of thing for us," said the rooster.
Da überlegten die Tiere, wie sie es anfangen könnten, die Räuber hinauszujagen. Endlich fanden sie ein Mittel. Der Esel stellte sich mit den Vorderfüßen auf das Fenster, der Hund sprang auf des Esels Rücken, die Katze kletterte auf den Hund, und zuletzt flog der Hahn hinauf und setzte sich der Katze auf den Kopf. Als das geschehen war, fingen sie auf ein Zeichen an, ihre Musik zu machen: der Esel schrie, der Hund bellte, die Katze miaute, und der Hahn krähte. Darauf stürzten sie durch das Fenster in die Stube hinein, dass die Scheiben klirrten. Then the animals considered how they might manage to drive the robbers away. At last they thought of a way. The donkey was to place himself with his forefeet upon the window, the hound was to jump on the donkey's back, the cat was to climb upon the dog, and lastly the rooster was to fly up and perch upon the cat's head. When this was done, at a given signal, they began to perform their music together. The donkey brayed, the hound barked, the cat mewed, and the rooster crowed. Then they burst through the window into the room, with the tinkling of glass panes.
Die Räuber fuhren bei dem entsetzlichen Geschrei in die Höhe. Sie meinten, ein Gespenst käme herein, und flohen in größter Furcht in den Wald hinaus. At this horrible shrieking, the robbers sprang up, thinking a ghost was coming in, and fled in a great fright out into the forest.
Nun setzten sich die vier Gesellen an den Tisch, und jeder aß nach Herzenslust von den Speisen, die ihm am besten schmeckten. The four companions then sat down at the table, each eating to his heart's content the dishes that tasted best to him.
Als sie fertig waren, löschten sie das Licht aus, und jeder suchte sich eine Schlafstätte nach seinem Geschmack. Der Esel legte sich auf den Mist, der Hund hinter die Tür, die Katze auf den Herd bei der warmen Asche, und der Hahn flog auf das Dach hinauf. Und weil sie müde waren von ihrem langen Weg, schliefen sie bald ein. When they were done, they put out the light and each sought out a sleeping place according to his own taste. The donkey laid himself down in the manure, the hound behind the door, the cat upon the hearth near the warm ashes, and the rooster perched himself on the roof. And being tired from their long walk, they soon went to sleep.
Als Mitternacht vorbei war und die Räuber von weitem sahen, dass kein Licht mehr im Haus brannte und alles ruhig schien, sprach der Hauptmann: „Wir hätten uns doch nicht sollen ins Bockshorn jagen lassen.“ Er schickte einen Räuber zurück, um nachzusehen, ob noch jemand im Hause wäre. When it was past midnight, and the robbers saw from afar that the light was no longer burning in their house, and all appeared quiet, the captain said, "We really ought not to have let ourselves be scared off like that." He sent one of the robbers back to check if anyone was still in the house.
Der Räuber fand alles still. Er ging in die Küche und wollte ein Licht anzünden. Da sah er die feurigen Augen der Katze und meinte, es wären glühende Kohlen. Er hielt ein Schwefelhölzchen daran, dass es Feuer fangen sollte. Aber die Katze verstand keinen Spaß, sprang ihm ins Gesicht und kratzte ihn aus Leibeskräften. Da erschrak er gewaltig und wollte zur Hintertür hinauslaufen. Aber der Hund, der da lag, sprang auf und biss ihn ins Bein. Als der Räuber über den Hof am Misthaufen vorbeirannte, gab ihm der Esel noch einen tüchtigen Schlag mit dem Hinterfuß. Der Hahn aber, der von dem Lärm aus dem Schlaf geweckt worden war, rief vom Dache herunter: „Kikeriki!“ The robber found everything quiet. He went into the kitchen to light a candle, and, taking the fiery eyes of the cat for live coals, he held a match to them to light it. But the cat did not understand the joke, and flew in his face, spitting and scratching. He was dreadfully frightened, and ran to the back door, but the dog, who lay there sprang up and bit his leg. And as he ran across the yard by the dungheap, the donkey gave him a smart kick with his hind foot. The rooster, too, who had been awakened by the noise, cried down from the roof, "Cock-a-doodle-doo."
Da lief der Räuber, was er konnte, zu seinem Hauptmann zurück und sprach: „Ach, in dem Haus sitzt eine greuliche Hexe, die hat mich angehaucht und mir mit ihren langen Fingern das Gesicht zerkratzt. An der Tür steht ein Mann mit einem Messer, der hat mich ins Bein gestochen. Auf dem Hof liegt ein schwarzes Ungetüm, das hat mit einem Holzprügel auf mich losgeschlagen. Und oben auf dem Dache, da sitzt der Richter, der rief: ,Bringt mir den Schelm her!' Da machte ich, dass ich fortkam.“ Then the robber ran back as fast as he could to his captain, and said, "Oh, there is a horrible witch sitting in the house, who spat on me and scratched my face with her long claws. And by the door there's a man with a knife, who stabbed me in the leg. And in the yard there lies a black monster, who beat me with a wooden club. And above, upon the roof, sits the judge, who called out, bring the rogue here to me. So I got away as fast as I could."
Von nun an getrauten sich die Räuber nicht mehr in das Haus. Den vier Bremer Stadtmusikanten aber gefiel's darin so gut, dass sie nicht wieder hinaus wollten. - After this the robbers never again dared enter the house. But it suited the four musicians of Bremen so well that they did not care to leave it any more. -


Die Bremer Stadtmusikanten
der Brüder Grimm

Es war einmal ein Mann, der hatte einen Esel, welcher schon lange Jahre unverdrossen die Säcke in die Mühle getragen hatte. Nun aber gingen die Kräfte des Esels zu Ende, so daß er zur Arbeit nicht mehr taugte. Da dachte der Herr daran, ihn wegzugehen. Aber der Esel merkte, daß sein Herr etwas Böses im Sinn hatte, lief fort und machte sich auf den Weg nach Bremen. Dort, so meinte er, könnte er ja Stadtmusikant werden.

Als er schon eine Weile gegangen war, fand er einen Jagdhund am Wege liegen, der jämmerlich heulte. "Warum heulst du denn so, Packan?" fragte der Esel.

"Ach", sagte der Hund, "weil ich alt bin, jeden Tag schwächer werde und auch nicht mehr auf die Jagd kann, wollte mich mein Herr totschießen. Da hab ich Reißaus genommen. Aber womit soll ich nun mein Brot verdienen?"

"Weißt du, was", sprach der Esel, "ich gehe nach Bremen und werde dort Stadtmusikant. Komm mit mir und laß dich auch bei der Musik annehmen. Ich spiele die Laute, und du schlägst die Pauken." Der Hund war einverstanden, und sie gingen mitsammen weiter.

Es dauerte nicht lange, da sahen sie eine Katze am Wege sitzen, die machte ein Gesicht wie drei Tage Regenwetter. "Was ist denn dir in die Quere gekommen, alter Bartputzer?" fragte der Esel.

"Wer kann da lustig sein, wenn's einem an den Kragen geht", antwortete die Katze. "Weil ich nun alt bin, meine Zähne stumpf werden und ich lieber hinter dem Ofen sitze und spinne, als nach Mäusen herumjage, hat mich meine Frau ersäufen wollen. Ich konnte mich zwar noch davonschleichen, aber nun ist guter Rat teuer. Wo soll ich jetzt hin?"

"Geh mit uns nach Bremen! Du verstehst dich doch auf die Nachtmusik, da kannst du Stadtmusikant werden."

Die Katze hielt das für gut und ging mit. Als die drei so miteinander gingen, kamen sie an einem Hof vorbei. Da saß der Haushahn auf dem Tor und schrie aus Leibeskräften. "Du schreist einem durch Mark und Bein", sprach der Esel, "was hast du vor?"

"Die Hausfrau hat der Köchin befohlen, mir heute abend den Kopf abzusschlagen. Morgen, am Sonntag, haben sie Gäste, da wollen sie mich in der Suppe essen. Nun schrei ich aus vollem Hals, solang ich noch kann."

"Ei was" sagte der Esel, "zieh lieber mit uns fort, wir gehen nach Bremen, etwas Besseres als den Tod findest du überall. Du hast eine gute Stimme, und wenn wir mitsammen musizieren, wird es gar herrlich klingen."

Dem Hahn gefiel der Vorschlag, und sie gingen alle vier mitsammen fort. Sie konnten aber die Stadt Bremen an einem Tag nicht erreichen und kamen abends in einen Wald, wo sie übernachten wollten. Der Esel und der Hund legten sich unter einen großen Baum, die Katze kletterte auf einen Ast, und der Hahn flog bis in den Wipfel, wo es am sichersten für ihn war.

Ehe er einschlief, sah er sich noch einmal nach allen vier Windrichtungen um. Da bemerkte er einen Lichtschein. Er sagte seinen Gefährten, daß in der Nähe ein Haus sein müsse, denn er sehe ein Licht.

Der Esel antwortete: "So wollen wir uns aufmachen und noch hingehen, denn hier ist die Herberge schlecht." Der Hund meinte, ein paar Knochen und etwas Fleisch daran täten ihm auch gut.

Also machten sie sich auf den Weg nach der Gegend, wo das Licht war. Bald sahen sie es heller schimmern, und es wurde immer größer, bis sie vor ein hellerleuchtetes Räuberhaus kamen. Der Esel, als der größte, näherte sich dem Fenster und schaute hinein.

"Was siehst du, Grauschimmel?" fragte der Hahn.

"Was ich sehe?" antwortete der Esel. "Einen gedeckten Tisch mit schönem Essen und Trinken, und Räuber sitzen rundherum und lassen sich's gutgehen!"

"Das wäre etwas für uns", sprach der Hahn.

Da überlegten die Tiere, wie sie es anfangen könnten, die Räuber hinauszujagen. Endlich fanden sie ein Mittel. Der Esel stellte sich mit den Vorderfüßen auf das Fenster, der Hund sprang auf des Esels Rücken, die Katze kletterte auf den Hund, und zuletzt flog der Hahn hinauf und setzte sich der Katze auf den Kopf. Als das geschehen war, fingen sie auf ein Zeichen an, ihre Musik zu machen: der Esel schrie, der Hund bellte, die Katze miaute, und der Hahn krähte. Darauf stürzten sie durch das Fenster in die Stube hinein, daß die Scheiben klirrten.

Die Räuber fuhren bei dem entsetzlichen Geschrei in die Höhe. Sie meinten, ein Gespenst käme herein, und flohen in größter Furcht in den Wald hinaus.

Nun setzten sie die vier Gesellen an den Tisch, und jeder aß nach Herzenslust von den Speisen, die ihm am besten schmeckten.

Als sie fertig waren, löschten sie das Licht aus, und jeder suchte sich eine Schlafstätte nach seinem Geschmack. Der Esel legte sich auf den Mist, der Hund hinter die Tür, die Katze auf den Herd bei der warmen Asche, und der Hahn flog auf das Dach hinauf. Und weil sie müde waren von ihrem langen Weg, schliefen sie bald ein.

Als Mitternacht vorbei war und die Räuber von weitem sahen, daß kein Licht mehr im Haus brannte und alles ruhig schien, sprach der Hauptmann: "Wir hätten uns doch nicht sollen ins Bockshorn jagen lassen." Er schickte einen Räuber zurück, um nachzusehen, ob noch jemand im Hause wäre.

Der Räuber fand alles still. Er ging in die Küche und wollte ein Licht anzünden. Da sah er die feurigen Augen der Katze und meinte, es wären glühende Kohlen. Er hielt ein Schwefelhölzchen daran, daß es Feuer fangen sollte. Aber die Katze verstand keinen Spaß, sprang ihm ins Gesicht und kratzte ihn aus Leibeskräften. Da erschrak er gewaltig und wollte zur Hintertür hinauslaufen. Aber der Hund, der da lag, sprang auf und biß ihn ins Bein. Als der Räuber über den Hof am Misthaufen vorbeirannte, gab ihm der Esel noch einen tüchtigen Schlag mit dem Hinterfuß. Der Hahn aber, der von dem Lärm aus dem Schlaf geweckt worden war, rief vom Dache herunter: "Kikeriki!"

Da lief der Räuber, was er konnte, zu seinem Hauptmann zurück und sprach: "Ach, in dem Haus sitzt eine greuliche Hexe, die hat mich angehaucht und mir mit ihren langen Fingern das Gesicht zerkratzt. An der Tür steht ein Mann mit einem Messer, der hat mich ins Bein gestochen. Auf dem Hof liegt ein schwarzes Ungetüm, das hat mit einem Holzprügel auf mich losgeschlagen. Und oben auf dem Dache, da sitzt der Richter, der rief: 'Bringt mir den Schelm her!' Da machte ich, daß ich fortkam."

Von nun an getrauten sich die Räuber nicht mehr in das Haus. Den vier Bremer Stadtmusikanten aber gefiel's darin so gut, daß sie nicht wieder hinaus wollten.
http://www.fln.vcu.edu/grimm/





Das Märchen

Die Ursprünge des Märchens liegen bereits im Mittelalter. Bei allen Fassungen blieb der Kern der Handlung, dass sich die Schwachen ("niedere Tiere", Alte etc.) durch ein solidarisches Handeln erfolgreich gegen die Starken (früher bspw. Wappentiere der Adligen) durchsetzten. Anfang des 19. Jahrhunderts haben die Brüder Grimm die Geschichte aufgeschrieben. Offensichtlich beruht diese auf dem Hintergrund, dass seit 1339 die in der Hansestadt bekannten "Stadt- und Raths-Musici" vom Turm der Kirche "Unser Lieben Frauen" bliesen oder bei Festen spielten. Diese "Stadtmusikanten" nahmen - wie im Märchen - immer wieder fahrende Musikanten auf.

Die Bekanntheit des Märchens drückt sich auch durch die Denkmäler aus, die den vier Tieren Esel, Hund, Katze und Hahn weltweit gesetzt wurden. In Bremen gibt es natürlich gleich mehrere Darstellungen; die berühmteste steht an der Westseite des Rathauses und wurde 1951 vom Bildhauer Gerhard Marcks aus Bronze geschaffen.



Bremer Stadtmusikanten

Die Bremer Stadtmusikanten

Ein Märchen der Brüder Grimm in der Fassung von 1857.

Es hatte ein Mann einen Esel, der schon lange Jahre die Säcke unverdrossen zur Mühle getragen hatte, dessen Kräfte aber nun zu Ende gingen, so daß er zur Arbeit immer untauglicher ward. Da dachte der Herr daran, ihn aus dem Futter zu schaffen, aber der Esel merkte, daß kein guter Wind wehte, lief fort und machte sich auf den Weg nach Bremen: dort, meinte er, könnte er ja Stadtmusikant werden. Als er ein Weilchen fortgegangen war, fand er einen Jagdhund auf dem Wege liegen, der jappte wie einer, der sich müde gelaufen hat. "Nun, was jappst du so, Packan?" fragte der Esel. "Ach", sagte der Hund, "weil ich alt bin und jeden Tag schwächer werde, auch auf der Jagd nicht mehr fort kann, hat mich mein Herr wollen totschlagen, da hab ich Reißaus genommen; aber womit soll ich nun mein Brot verdienen?" "Weißt du was", sprach der Esel, "ich gehe nach Bremen und werde dort Stadtmusikant, geh mit und laß dich auch bei der Musik annehmen. Ich spiele die Laute, und du schlägst die Pauken". Der Hund war's zufrieden, und sie gingen weiter. Es dauerte nicht lange, so saß da eine Katze an dem Weg und machte ein Gesicht wie drei Tage Regenwetter. "Nun, was ist dir in die Quere gekommen, alter Bartputzer?" sprach der Esel. "Wer kann da lustig sein, wenn´s einem an den Kragen geht", antwortete die Katze, "weil ich nun zu Jahren komme, meine Zähne stumpf werden und ich lieber hinter dem Ofen sitze und spinne als nach Mäusen herumjage, hat mich meine Frau ersäufen wollen; ich habe mich zwar noch fortgemacht, aber nun ist guter Rat teuer: wo soll ich hin?" "Geh mit uns nach Bremen, du verstehst dich doch auf die Nachtmusik, da kannst du ein Stadtmusikant werden." Die Katze hielt das für gut und ging mit. Darauf kamen die drei Landesflüchtigen an einem Hof vorbei, da saß auf dem Tor der Haushahn und schrie aus Leibeskräften. "Du schreist einem durch Mark und Bein", sprach der Esel, "was hast du vor?" "Da hab ich gut Wetter prophezeit", sprach der Hahn, "weil unserer lieben Frauen Tag ist, wo sie dem Christkindlein die Hemden gewaschen hat und sie trocknen will; aber weil morgen zum Sonntag Gäste kommen, so hat die Hausfrau doch kein Erbarmen und hat der Köchin gesagt, sie wollte mich morgen in der Suppe essen, und da soll ich mir heut Abend den Kopf abschneiden lassen. Nun schrei ich aus vollem Hals, solang ich noch kann." "Ei was, du Rotkopf", sagte der Esel, "zieh lieber mit uns fort, etwas Besseres als den Tod findest du überall; du hast eine gute Stimme, und wenn wir zusammen musizieren, so muß es eine Art haben." Der Hahn ließ sich den Vorschlag gefallen, und sie gingen alle viere zusammen fort.

Sie konnten aber die Stadt Bremen in einem Tag nicht erreichen und kamen abends in den Wald, wo sie übernachten wollten. Der Esel und der Hund legten sich unter einen großen Baum, die Katze und der Hahn machten sich in die Äste, der Hahn aber flog bis in die Spitze, wo es am sichersten für ihn war. Ehe er einschlief, sah er sich noch einmal nach allen vier Winden um, da däuchte ihn, er sähe in der Ferne ein Fünkchen brennen, und rief seinen Gesellen zu, es müßte nicht gar weit ein Haus sein, denn es scheine ein Licht. Sprach der Esel: "So müssen wir uns aufmachen und noch hingehen, denn hier ist die Herberge schlecht." Der Hund meinte, ein paar Knochen und etwas Fleisch dran täten ihm auch gut. Also machten sie sich auf den Weg nach der Gegend, wo das Licht war, und sahen es bald heller schimmern, und es ward immer größer, bis sie vor ein hell erleuchtetes Räuberhaus kamen. Der Esel, als der größte, näherte sich dem Fenster und schaute hinein. "Was siehst du, Grauschimmel?" fragte der Hahn. "Was ich sehe?" antwortete der Esel. "Einen gedeckten Tisch mit schönem Essen und Trinken, und Räuber sitzen daran und lassen´s sich wohl sein." "Das wäre was für uns", sprach der Hahn. "Ja, ja, ach, wären wir da!" sagte der Esel. Da ratschlagten die Tiere, wie sie es anfangen müßten, um die Räuber hinauszujagen, und fanden endlich ein Mittel. Der Esel mußte sich mit den Vorderfüßen auf das Fenster stellen, der Hund auf des Esels Rücken springen, die Katze auf den Hund klettern, und endlich flog der Hahn hinauf und setzte sich der Katze auf den Kopf. Wie das geschehen war, fingen sie auf ein Zeichen insgesamt an, ihre Musik zu machen: der Esel schrie, der Hund bellte, die Katze miaute, und der Hahn krähte; dann stürzten sie durch das Fenster in die Stube hinein, daß die Scheiben klirrten. Die Räuber fuhren bei dem entsetzlichen Geschrei in die Höhe, meinten nicht anders, als ein Gespenst käme herein, und flohen in größter Furcht in den Wald hinaus. Nun setzten sich die vier Gesellen an den Tisch, nahmen mit dem vorlieb, was übriggeblieben war, und aßen, als wenn sie vier Wochen hungern sollten.

Wie die vier Spielleute fertig waren, löschten sie das Licht aus und suchten sich eine neue Schlafstätte, jeder nach seiner Natur und Bequemlichkeit. Der Esel legte sich auf den Mist, der Hund hinter die Türe, die Katze auf den Herd bei die warme Asche, und der Hahn setzte sich auf den Hahnenbalken; und weil sie müde waren von ihrem langen Weg, schliefen sie auch bald ein. Als Mitternacht vorbei war und die Räuber von weitem sahen, daß kein Licht mehr im Haus brannte, auch alles ruhig schien, sprach der Hauptmann: "Wir hätten uns doch nicht sollen ins Bockshorn jagen lassen", und hieß einen hingehen und das Haus untersuchen. Der Abgeschickte fand alles still, ging in die Küche, ein Licht anzuzünden, und weil er die glühenden, feurigen Augen der Katze für lebendige Kohlen ansah, hielt er ein Schwefelhölzchen daran, daß es Feuer fangen sollte. Aber die Katze verstand keinen Spaß, sprang ihm ins Gesicht, spie und kratzte. Da erschrak er gewaltig, lief und wollte zur Hintertüre hinaus, aber der Hund, der da lag, sprang auf und biß ihn ins Bein; und als er über den Hof an dem Miste vorbeirannte, gab ihm der Esel noch einen tüchtigen Schlag mit dem Hinterfuß: der Hahn aber, der vom Lärmen aus dem Schlaf geweckt und munter geworden war, rief vom Balken herab: "Kikeriki!" Da lief der Räuber, was er konnte, zu seinem Hauptmann zurück und sprach: "Ach, in dem Haus sitzt eine greuliche Hexe, die hat mich angehaucht und mit ihren langen Fingern mir das Gesicht zerkratzt; und vor der Türe steht ein Mann mit einem Messer, der hat mich ins Bein gestochen; und auf dem Hof liegt ein schwarzes Ungetüm, das hat mit einer Holzkeule auf mich losgeschlagen; und oben auf dem Dache, da sitzt der Richter, der rief: "Bring mir den Schelm her". Da machte ich, daß ich fortkam." Von nun an getrauten sich die Räuber nicht weiter in das Haus, den vier Bremer Stadtmusikanten gefiel's aber so wohl darin, daß sie nicht wieder heraus wollten. Und der das zuletzt erzählt hat, dem ist der Mund noch warm.